domingo, 25 de noviembre de 2007

Almas gemelas

Salió a pasear la soledad sin saber que esa noche encontraría, junto a las piedras del parque la compañía que siempre había deseado.

Al pasar por el banco que está frente a la entrada de la iglesia, al lado de la piedra gris descomunal, que habían traído para esculpir la estatua del caudillo, lo vio sentado, con la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos fijos en el firmamento, deslumbrado con la belleza del espectáculo celestial.

Intrigada por placidez de su rostro, calladamente, se sentó a su lado. El, sin mover la cabeza le susurró:
- Hace tiempo que te espero!!

Ella sorprendida, sintió que toda la soledad vivida la abandonaba para siempre y le dijo:
_ ¿Cómo sabes que me esperas, si ni siquiera me has mirado para saber quién soy?

El, sin dejar de mirar a las estrellas, deslizó su mano y tomando la de ella le dijo:
- No necesito los ojos del cuerpo para mirarte. Te he visto con los ojos de mi alma y sentí como huía para siempre la soledad.

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